En el suelo, apoyado en el mostrador, se acurrucaba, inmóvil como una cosa, un hombre muy viejo. Los muchos años lo habían reducido y pulido como las aguas a una piedra o las generaciones de los hombres a una sentenci... Era oscuro, chico y reseco, y estaba como fuera de una eternidad. (BORGES, J. L. Artificios. Madrid: Alianza Cien, 1995.)