Leo el siguiente texto y planteo cuatro hipótesis sobre los efectos que se pueden
generar al alterar los procesos de fotosíntesis, nutrición y respiración de las plantas sin
semilla, tomando en cuenta la región a la que pertenecen.
Una gran variedad de plantas sin semillas puebla los paisajes
terrestres; los musgos crecen sobre los troncos y las colas de
caballo despliegan sus tallos unidos y sus largas y delgadas
hojas sobre el suelo de los bosques. Sin embargo, las plantas
sin semilla representan únicamente una pequeña fracción de las
plantas en nuestro ambiente. Estas dominaron el paisaje hace
aproximadamente 300 millones de años y crecían en enormes
bosques pantanosos del período carbonífero; la descomposición
de sus cuerpos dio origen a los grandes depósitos de carbón que
se extraen actualmente.
Normalmente estas plantas se reproducen naturalmente sin la
intervención de la mano del ser humano, por lo que es raro ver
este tipo de plantas cultivadas en pequeños huertos o jardines,
ya que no es muy sencillo realizar su extracción y no siempre es
efectivo su cultivo. De hecho, se las puede ver distribuidas a lo
largo de los suelos de los bosques, en las paredes húmedas, en
algunos lugares secos, en las orillas de los arroyos o en lugares
pantanosos.
La luz es uno de los factores más importantes que regulan el
crecimiento y desarrollo de las plantas. Sin embargo, el aumento
de la radiación ultravioleta-B debido a la acción antropogénica
puede tener un impacto negativo, provocando una disminución
de la fotosíntesis y de la producción de biomasa. Esta radiación
puede, además, causar daño en distintas biomoléculas, entre la
cuales la más importante es el ADN.